Tratamiento de las Várices durante el Embarazo

No es un secreto para nadie que durante el embarazo las pacientes presentan un riesgo más elevado de sufrir de venas varicosas, sobre todo aquellas con várices desde antes del embarazo o con factores de riesgo de tipo heredo-familiar o ambiental (trabajo en la misma posición por largos períodos de tiempo); no resulta pues sorprendente que muchas mujeres acudan a la consulta de várices cuando están embarazadas para una evaluación por el especialista y en muchos casos buscando un tratamiento adecuado para su caso.

Resulta fundamental que además de la evaluación física y el ultrasonido se destine tiempo en esta particular consulta de flebología para la mujer embarazada para explicarle la fisiopatología de las Tratamiento y Prevención de las Várices durante el embarazovárices en el embarazo y la razón por la cual los tratamientos curativos deben ser diferidos hasta el final de la gestación siendo indicadas durante este período únicamente estrategias de prevención.

Durante el embarazo hay ciertos cambios fisiológicos (normales) que pueden afectar negativamente a la paciente con várices, entre estos se encuentran el aumento de volumen de sangre circulante (sobre todo hacia el final del embarazo), las elevadas concentraciones de hormonas y la disminución de la velocidad del retorno venoso desde las piernas debido a la compresión que ejerce el útero gestante sobre la vena cava inferior; todos estos factores condicionan que las pacientes desarrollen edema (inflamación de las piernas) y eventualmente várices.

El problema de iniciar tratamiento para las várices en este momento está en que las condiciones que están generando la sobrecarga sobre las venas no van a desaparecer luego del tratamiento de las várices, los mismos seguirán presentes hasta el parto por lo que el tratamiento realizado tendrá una tasa de fracaso inaceptablemente alta; por otro lado realizar tratamientos bien sea quirúrgicos, endovasculares o con inyecciones durante el embarazo expondría al feto a elementos potencialmente dañinos por lo que se recomienda diferir cualquier tratamiento definitivo para las várices hasta que finalicen los períodos de gestación y lactancia.

En este punto es fundamental considerar que si bien los tratamientos definitivos deben diferirse las estrategias de prevención deben fomentarse a fin de disminuir el efecto del embarazo sobre las várices; en este punto es fundamental que el cirujano vascular o flebólogo trabajen en equipo con el obstetra buscando las estrategias de prevención de várices más seguras y efectivas para cada paciente en particular considerando factores de riesgo de enfermedad varicosa, factores de riesgo de la gestación, características del embarazo y un sinnúmero de variables adicionales a tomar en cuenta en cada paciente donde será necesario implementar una o varias de las siguientes estrategias:

1- Ejercicio aeróbico tipo caminata ligera o natación; este tipo de ejercicio ayuda a activar la bomba venosa y favorece la evacuación de líquido desde las piernas lo cual limita el edema y disminuye la sobrecarga venosa; siempre que no esté contraindicado por alguna condición obstétrica particular el ejercicio aeróbico será de mucha ayuda para limitar el desarrollo de várices durante el embarazo.

2- Elastocompresión con medias de compresión graduada a fin de proveer soporte elástico al sistema venoso y así diminuir las posibilidades de dilatación y desarrollo de várices; la compresión y altura de las medias variarán de paciente a paciente, incluso pueden cambiar las indicaciones en cada paciente durante distintas etapas del embarazo por lo que es fundamental el control flebológico frecuente (al menos trimestralmente) durante este período donde las venas son particularmente vulnerables a las sobrecargas.

3- Elevación de los miembros inferiores siempre que se pueda, a fin de favorecer el retorno venos y minimizar la sobrecarga venosa.

El uso de medicamentos flebotónicos como la Diosmina (en Venezuela comercializados bajo los nombres comerciales de Daflón, Flebosmín, Diovenor, etc) están contraindicados durante el embarazo en primer lugar por los potenciales efectos deletéreos sobre el feto y luego porque su efecto contraresta pobremente los grandes cambios de la fisiología venosa durante el embarazo por lo que su uso resulta poco menos que ineficaz.

Cuando una mujer sale embarazada debe consultar después de su obstetra a su cirujano de várices de confianza y así, trabajando en equipo, podrá completar su gestación sin consecuencias negativas para sus venas.