Tacones altos y várices, ¿existe una relación causal?
En la consulta de flebología así como en la de cirugía vascular periférica es frecuente escuchar a las pacientes decir que probablemente tengan muchas várices debido a que suelen usar tacones altos, sin embargo no por ser una creencia común necesariamente es cierta.
Es probable que tal asociación se deba al hecho de que las mujeres presentan insuficiencia venosa y várices con una frecuencia tres veces superior a la de los hombres y siendo que la mayoría de las mujeres usan o han usado tacones altos en algún momento de su vida, todo se presta para establecer una relación causal a priori, sin embargo aún cuando los tacones altos podrían contribuir de alguna forma al desarrollo de várices, la magnitud de su influencia sería mínima y limitar su uso no prevendría de manera significativa el desarrollo de insuficiencia venosa.
Ahora bien, tomando en consideración la fisiología de la circulación venosa es necesario recordar que los músculos de la pantorrilla (gemelos o gastrocnemios como se les conoce técnicamente) actúan a manera de bomba sobre el sistema venoso de las piernas, al punto que se les ha denominado el «corazón venoso» o «bomba venosa».
Esto quiere decir que al contraerse los músculos de la pantorrilla contribuyen a impulsar la sangre hacia arriba, de regreso al corazón de manera que cualquier inhibición o limitación de la contracción de estos grupos musculares tiene el potencial de influir negativamente en el retorno venoso.
Tomando lo anterior en cuenta y considerando que mientras más altos los tacones menor la movilidad de los músculos de la pantorrilla durante la marcha, no es descabellado pensar que los tacones podrían tener influencia en el desarrollo de las várices, sin embargo la ecuación es más compleja, caso contrario la mayoría de las mujeres que usan tacones altos desarrollarían inexorablemente algún grado de insuficiencia venosa, mientras que aquellas que no los usan no deberían verse afectadas por várices, algo que en la práctica no ocurre.
Así las cosas se puede decir que usar tacones altos no es causa de várices per sé, sin embargo al combinarse con diversos factores de riesgo como los antecedentes familiares de enfermedad venosa, hábito tabáquico, uso de estrógenos (anticonceptivos hormonales), sobrepeso y sedentarismo tiene la capacidad de potenciarlos y favorecer (aunque marginalmente y de manera indirecta) al desarrollo de várices y/o insuficiencia venosa.
Sin embargo esto no quiere decir que si una mujer tiene factores de riesgo debe evitar el uso de tacones altos a toda costa, a fin de cuentas hacerlo no le ofrecería un grado de protección superior contra las várices por lo que en su defecto se recomienda alternar el calzado, es decir que se pueden usar los tacones altos pero no todos los días.
Así pues alternando un día zapatos bajos, otro días tacones altos y en otras ocasiones calzado con tacón de altura media se puede mitigar el impacto potencial de los tacones altos en el desarrollo de várices; así mismo es recomendable esta práctica para prevenir otras entidades patológicas donde la asociación causal con los tacones altos está bien establecida como es el caso de diversas lesiones osteoarticulares de los dedos del pie, el pie y el tobillo.
Por otra parte es necesario poner en práctica todas las medidas preventivas posibles contra las várices a fin de minimizar el impacto que los factores de riesgo a los que está expuesto el paciente puedan tener.
Conozca más sobre las medidas preventivas y los factores de riesgo para desarrollar várices.