Várices y Embarazo

Al iniciar el embarazo el cuerpo de la mujer es sometido a una serie de cambios drásticos en un período relativamente corto de tiempo lo cual trae a veces consecuencias permanentes debido a que el organismo no tiene tiempo de adaptarse progresivamente a ellos; la marea de hormonas, el aumento del volumen de sangre, el incremento de peso, el cambio de la forma de caminar y aumento de la presión en la cavidad abdominal son sólo algunos de los cambios con los que tiene que lidiar el organismo de la mujer embarazada; todos a la vez y en corto tiempo.

Estos cambios permiten el desarrollo de un embarazo, en la mayoría de los casos, sin complicaciones ni eventualidades pero podrían dejar secuelas permanentes en el cuerpo de la futura mamá, de ellos las várices y las estrías son los más temidos junto al sobrepeso y el abdomen flácido, condiciones estas que si bien no pondrán en riesgo la vida ni la salud de la madre una vez que concluye el embarazo si pueden alterar su autoimagen e incluso su autoestima acarreando problemas ulteriores, por fortuna existen alternativas para la prevención de estos efectos negativosVárices y Embarazo o al menos para mitigar su impacto a largo plazo.

En el caso concreto de las várices durante el embarazo lo primero que hay que saber es la razón por la que aparecen, conociendo el mecanismo del problema podemos desarrollar estrategias efectivas para su prevención así, durante el embarazo, las venas pueden enfermarse por uno (o más) de tres factores: el influjo hormonal, el aumento del volumen de sangre circulante y el aumento de la presión intraabdominal.

Cada uno de estos factores tiene su propia cuota de responsabilidad en el desarrollo de várices durante el embarazo y en general pueden mitigarse de una u otra forma; en primer lugar tenemos el influjo hormonal; grandes niveles de progesterona y en menor medida de estrógeno hacen que las venas de todo el cuerpo (que tienen receptores para estas hormonas) se dilaten; esto es muy bueno para el útero ya que su hemodinámica cambiará drásticamente día a día durante el embarazo sin embargo, para el resto de las venas, especialmente las de los miembros inferiores, este influjo hormonal puede resultar contraproducente, especialmente en las mujeres con antecedentes de várices.

Para bien o para mal no puede hacerse mucho por mitigar el efecto de las hormonas sobre las venas durante el embarazo, de hecho se procura evitar la prescripción de tratamientos para las várices durante la gestación difiriendo la terapéutica para después del nacimiento del bebé, esto parecería dejar a las pacientes en un callejón sin salida pero no es así ya que las hormonas tienen una cuota de participación relativamente baja en la patogenia de las várices durante el embarazo siendo el aumento del volumen de sangre circulante y el aumento de la presión intraabdominal los principales factores a tomar en cuenta.

En cuanto al aumento del volumen circulante de sangre es bien conocido por la mayoría de las personas que muchas pacientes embarazadas presentan hinchazón (edema) de los pies, sobre todo durante el último trimestre; este aumento del volumen circulante es necesario para poder mantener a tono dos cuerpos a la vez, el de la madre y el del feto aportando nutrientes, oxígeno y Prevención de Várices durante el Embarazoagua para ambos; sin duda alguna una condición necesaria para un embarazo normal pero un tanto contraproducente para las venas que serán las encargadas de lidiar con el excedente del volumen sanguíneo lo cual puede llevar a que se dilaten de manera irreversible produciendo várices; por fortuna ante esta situación si se dispone de herramientas sencillas que ayudarán a mitigar el impacto en las venas.

La primera cosa que se debe hacer es ejercicio, caminar al menos 1 hora diaria, a paso moderado ayudará a que la bomba muscular drene el líquido de los miembros inferiores hacia otros compartimentos evitando así que se acumule en las venas dilatándolas y enfermándolas, una caminata matutina o verspertina, en el momento más fresco del día ayudará a disminuir el edema periférico (hinchazón de los pies) notablemente; otra estrategia es reposar tanto como se pueda con los pies en alto; no es necesario una gran elevación, con colocarlos sobre un taburete o banquito de 40 centímetros de altura mientras la mujer embarazada está sentada es suficiente para aumentar la velocidad del retorno venoso y evitar la dilatación de la venas.

Habiendo tratado el tema del volumen circulante queda sólo el de la presión intraabdominal; el crecimiento del bebé, la placenta y el útero van ocupando progresivamente espacio en la cavidad abdominal con el consecuente aumento de la presión en la misma, por otra parte se comprime la vena cava inferior lo cual aumenta la presión venosa periférica, presión esta que se transmite hacia las venas de las piernas;  si no se hace algo por mitigar el impacto de esta condición inexorablemente las venas de las piernas se van a dilatar en respuesta al aumento de la presión, en este caso lo mejor es combatir fuego con fuego, con esto queremos decir que si hay una presión que viene desde el abdomen hacia las piernas la misma debe ser contrarestada con presión desde las piernas hacia el abdomen, con esto se busca un incremento mínimo de la presión a nivel venoso a fin de evitar el daño estructural de las venas y la aparición de várices durante el embarazo.Elastocompresión durante el Embarazo

La mejor estrategia para lograr este objetivo es la compresión, las medias terapéuticas con compresión de 15 a 20 mmHg o incluso de 21 a 30 mmHg crearán compresión suficiente a nivel de los miembros inferiores como para contrarestar los efectos del aumento de la presión intraabdominal disminuyendo así el desarrollo de várices; las medias de compresión graduada deben ser la primera prenda que la mujer embarazada se coloca en la mañana y la última que se quita antes de ir a descansar, esto mitigará en gran medida las consecuencias deletéreas de la hiperpresión venosa y disminuirá sustancialmente el desarrollo de várices durante la gestación; es importante recordar que NUNCA deberá dormir con las medias de compresión puestas dado que esto aumenta el riesgo de trombosis venosa profunda.

Queda claro que la compresión es un aliado leal de la mujer embarazada para cuidar sus venas pero en este punto surgen interrogantes; ¿qué compresión?, ¿hasta que altura?; lo ideal es que estas respuestas las responda el médico tratante ya que cada mujer es diferente a la otra por lo que hay que individualizar el tratamiento, grosso modo compresión clase I o II hasta la rodilla será suficiente en el 90% de los casos; medias más arriba de la rodilla generalmente resultan difíciles de colocar y no son bien toleradas por las pacientes; por su parte las panty maternas (que llegan hasta la parte más baja del abdomen) podrían en algún momento limitar el crecimiento del bebé al limitar la capacidad de expansión de la cavidad abdominal por lo que es muy importante que sean indicadas por un médico experto en el área que a la vez lleve un control estricto del embarazo.

Para concluir debemos recordar que el 40% de las várices que se desarrollan durante el embarazo van a revertir espontáneamente luego del parto, para el 60% restante debe esperarse hasta el cuarto o quinto mes postparto para iniciar algún tipo de tratamiento, esto con el objetivo de permitirle al cuerpo revertir los severos cambios que se sucedieron durante el embarazo lo cual tomará algunos meses.